Blogia
odiseas

Realismo Epico

El camino de la felicidad

El camino de la felicidad

La quiero. Pero no quiere que escriba sobre ello.

Sin embargo, es la razón por la que escribo, es la causa y por tanto he de decirlo para que tenga sentido. Es como cuando analizamos la obra de un autor, si no conocemos las circunstancias del autor, el análisis es incompleto y a veces no tiene el mismo significado. Recordemos que lo que pensamos, tras expresarlo con palabras sufre una pérdida de exactitud y de profundidad de emociones; y tras ser leído, el lector lo convierte y lo traduce a sus propios pensamientos y de ahi surgen emociones a veces radicalmente diferentes. Así que, por el bien de la verdad, esta pequeña introducción, no a modo de justificación sino de aclaración, me ratifico, era necesaria.

Creo que he encontrado el camino de la felicidad. Como ya he dicho otras veces, el mismo fenómeno, las mismas circunstancias pueden producir emociones contrarias en diferentes personas e incluso en la misma. Una fiesta puede ser horrible si la experimentamos con un punto de vista negativo, ya sea por una causa real o no. Encontrarnos un gusano en una manzana puede ser asqueroso para nosotros pero no para un niño somalí hambriento (que se comerá la manzana igualmente). Por tanto nuestra felicidad, y la causa de nuestras emociones está más en el modo con que vemos el mundo que directamente con el mundo. De hecho la realidad, el mundo, es independiente para cada uno de nosotros. El conjunto de cosas que hemos visto, oído, aprendido... experimentado; y cómo las hemos interrelacionado, las conclusiones que hemos sacado sobre todo ello, es nuestro mundo, y sólo podemos ver ese mundo.

En otra línea de pensamiento, nuestro cerebro, que es el responsable de nuestros pensamientos y emociones tiene un funcionamiento concreto, bastante predecible y moldeable. Las neuronas son como encrucijadas de caminos por los que en lugar de caminantes pasan impulsos eléctricos. Dependiendo de los destinos a los que lleguen estos viajeros se moverá un dedo, se cerrará los ojos o se recordará o se pensará algo en concreto. Lo más importante de este hecho es que aquellos caminos más transitados se hacen más fuertes, o más probables. Las dendritas más usadas de cada neurona se van fortaleciendo de forma que cuando reciben un impulso eléctrico de entrada, su salida será aquélla más fortalecida primero. Digamos que el caminante cuando llega a la encrucijada, obvia los caminos más difíciles, las sendas menos transitadas, donde ya apenas se vislumbra el suelo, cubierto de hierba ya alta y con destino incierto; y decide coger aquél que está ensanchado con el uso, con huellas de pisadas recientes prueba de que en ese destino hay algo de valor para nosotros.
En la práctica, lo que ocurre es que a base de practicar fortalecemos los caminos que usamos mientras practicamos hasta que el subconsciente lo hace por nosotros, es decir, se activan las neuronas iniciales y ellas solas encuentran los destinos más probables, aquellos más fortalecidos. A veces conducimos mientras mantenemos una conversación con nuestro acompañante, realizando inconscientemente millones de operaciones que, por costumbre, se han implantado en nuestro cerebro. Y es que cuando hablamos, no pensamos en cómo articular las sílabas, en cómo modular la voz, sino que estamos pensando en los conceptos que queremos transmitir y nuestro subconsciente hace el resto. Y eso mientras conducimos. Todavía recordamos que, cuando aprendimos a conducir, teníamos que concentrarnos en todas las operaciones que teníamos que realizar: los pedales, el volante, las señales, la carretera... pero poco a poco, con la práctica, todo eso se automatiza, nuestros impulsos pasan una y otra vez por los mismos caminos neuronales y forman nuestros actos y nuestros pensamientos.

Estos dos hechos convergen en un punto interesante, o al menos práctico, y es que si podemos mecanizar de algún modo este proceso, digamos, practicar los pensamientos "felices", se reforzarán esos enlaces neuronales y de modo subconsciente seremos más felices. Esto lo llevan pregonando desde hace décadas los libros de psicología cognitiva, pero el asunto podría estar realmente ahi. De hechos, éstos, y otros libros de la sección de bestsellers conocidos como "autoayuda" se centran en ejercicios y técnicas que promueven este mecanismo. A veces, escuchando una canción, tenemos sensaciones agradables o inquietantes porque nuestro sistema neuronal las relaciona con algún momento que para nostros fue agradable o inquietante. El verdadero problema está en el control que podamos tener sobre este proceso. Es fácil pasarnos horas, días y semanas aprendiendo a tocar la guitarra, pensando cómo situar el dedo ahi y este otro allá, hasta que lo hacemos de forma subconsciente. Tocamos, cantamos mientras observamos a la persona que escucha y sacamos conclusiones. Sin embargo, en el mismo ejemplo anterior, podemos escuchar una canción que nos recuerde a una persona. Y esos recuerdos lleva a otros. Si son buenos recuerdos, siempre podemos sentir nostalgia porque se han ido. Y si son malos recuerdos pueden reproducir en nostros los mismos sentimientos que nos abordaron entonces. Y esa elección también es subconsciente. La elección de qué camino tomar está escrito en nuestras neuronas y el único modo de no elegir los pensamientos y sentimientos trágicos es no practicarlos... de algún modo. Es posible que el alcohol sea útil, o las drogas. La destrucción de los enlaces neuronales. Olvidar... O intentar reproducir los buenos momentos. Buscar a las personas y las circunstancias externas que nos hacen sentir así. Y luego reproducirlo. Para nosotros solos. En cinemascope.

 

Quiero estar con ella.